domingo, 26 de abril de 2015

AJUSTE DE CUENTOS

Jesús Enrique Juárez Flores, “Instantáneas de familia”, tesis de licenciatura en Creación Literaria (UACM), México, 2015, 124 ff.









Isaí Moreno, Enrique Juárez y Armando Alanís.

sábado, 25 de abril de 2015

MIENTRAS TANTO, DESDE OPORTO

SERGIO ASTORGA

Las sereias son sirenas

Cruzando procelosos mares, temeroso que durante el trayecto el canto fuera descubierto por hombres necesitados de amor, ya marinos ya terrenos, ha llegado a este balçaõ abarrotero el libro del sireno mayor, Javier Perucho.
Con una sugerente capa (portada) una cadeira de rodas (silla de ruedas) bajo fondo blanco, nos sugiere que es por motivos caudales que la silla pertenece a una sirena muy contemporánea ya que tiene un computador como auxiliar de navegación. La silla (cadeira) está vacía, no porque la sirena fuera de caderas anchas, no confundir cadeira (silla) con cadera en español, el canto de la i es la diferencia. En portugués nuestra cadera se dice anca y la silla parece que es estrecha, o seja, para anca pequenha, por lo tanto la dueña de la cadeira de rodas tiene talle estreito (estrecho). La silla se encuentra vacía, tal vez porque la sirena tuviera que refrescarse un poco y así poder arrancar nuestros suspiros al leer el título: La música de las sirenas. Editado por FOEM (Fondo Editorial Estado de México), su autor, Javier Perucho, recopila, prologa y como tritón consumado, nos muestra sesenta y una minificciones con el tema mítico de la sirena. Ejemplos de narrativa hispanoamericana que van desde Rubén Darío, que abre el canto, hasta Ana Clavel que cierra el libro, con un apetitoso caldo de cola de sirena.
No cabe duda que nuestros océanos, Pacífico y Atlántico y el mar Caribe, siguen siendo habitados por sirenas, algunas parientes de las que vio Odiseo, otras, ya mestizas, emergen y se sumergen a lo largo del libro. No diré cuáles fueron mis preferidas, que en gusto de sirenas se rompen géneros, porque ustedes saben, hay lectores que les gustan de voz grave, otras de voz destemplada; hay quien guste de las sirenas escamosas, rubias, mandonas, tímidas.
Confieso no con cierto desencanto, que a este balcão no han llegado pessoas a contar historias de sereias, por lo que me he visto obligado a salir al río Douro a su procura, mais nada, mi suerte ha sido escasa y aunque sigo atento a cualquier sonido que me parezca canto y a pesar que la corriente parece cabellera de mujer recién lavada, mi suerte está salada. Tal vez tengo tanto Tláloc en las venas que cuando se acerca alguna, atrevida, es devorada por los tlaloques. Lo cierto es que, después de leer La música de las sirenas, resulta ya tan de familia el mito, que parece que sólo estamos leyendo historias de nuestras tías.
Antes que se me olvide, quiero recalar mi agradecimiento a Javier Perucho, no sólo por su gentileza y osadía al enviarme su libro, con los peligros de la mar oceana, a estas tierras lusitanas, también agradecer el separador de lectura que venía en compañía del libro, con la figura de una sirena, como pueden observar en la fotografía que da portada a esta conversa, es una sirena absolutamente mexicana, morenaza sensual y colorida con una voz melodiosa que ya estoy a sucumbir, como lo hizo aquel libro celebérrimo que menciona Javier, Ocaso de sirenas, esplendor de manatíes, que este abarrotero poseía en la edición del Fondo de Cultura Económica, con prólogo de Juan José Arreola y que un día, andando en una trajinera en los canales de Xochimilco, con la barbacoa y las coronas atravesadas, un manatí con memoria histórica, al ver el libro saltó con gran agilidad, llevándose el libro a las profundidades del canal.
Cosas ouvires y veredes mi querido, Javier Perucho.


Oporto, 23 de abril, 2015


Publicado en Conversas en el Balcão del Abarrote, http://conversasdelabarrote.blogspot.pt


martes, 21 de abril de 2015

sábado, 18 de abril de 2015

EL REY DEL ESCUPITAJO

DECÁLOGO DEL AFORISMO


Leonardo Rosenberg

Entendemos el aforismo como una anoréxica narrativa filosófica en clave de telegrama, escrita desde la urgencia de quien está sujeto con una mano de un trapecio y una abeja dándole vueltas.

1. El aforismo es por naturaleza breve. Por temperamento irónico. Por oficio provocador. Moralmente incorrecto. Lúdicamente descortés. Irreverente y burlón ante las buenas costumbres.
2. Describe al aforismo la concisión como principio. Como medio la estética en el lenguaje. La crítica como fin.
3. Irreconciliable y mordaz con toda manifestación cultural preconcebida, mejor aun podremos definir al aforismo por lo que no es: no es refrán, adagio, proverbio, dicho, máxima o frase célebre. El aforismo es incompatible con la sabiduría popular y el sentido común. La ruptura es su mayor aliciente.
4. El aforismo se escribe sin ambigüedades, no rehúye la interpretación, pero ha de propiciar una confusión beligerante.
5. El aforismo elige escrupulosamente, una a una, cada palabra y profundiza en ellas esculpiéndolas incisivas como agujas oxidadas.
6. Coquetea el aforismo con la retórica sin exacerbarla. Explota con premeditación los significados, menos de las veces espontáneamente, jamás con arrepentimiento, siempre transgrediendo e irritando maliciosamente.
7. Más que la experiencia como condición, el aforismo demanda la lectura incansable, pieza por pieza y sin miramientos, de la gramática de la vida puesta a juicio entre medio de un juego irreverente de espejos que la exhiben con todos sus falsos gestos, patologías y delirios.
8. El aforismo no odia, descalifica. No culpa, enjuicia. No es pesimista, duda. No abandona la realidad, la destierra. Más que preguntar, busca incansablemente. Antes de responder, discurre. El aforismo es conciencia, como la más digna de las libertades.
9. Con humor subversivo y didáctica blasfema, en el aforismo se expresa todo y todo lo contrario.
10. Un buen escritor de aforismos debe en legítima defensa, dudar hasta de sus propias dudas. Pensar con imprudencia. Contradecirse sin vergüenza hasta aniquilarse a sí mismo. Divertirse ingeniosamente con el lenguaje, entrecruzando desmesuradamente imágenes y adjetivos. Hablar de lo que le venga en gana. Generalizar a riesgo de insensatez, pero seguro que en algún sitio, con eficaz puntería.

Creador de significados que seducen sin camuflaje, el escritor de aforismos se erige sobre las cenizas de la obviedad, proclamándose sin modestia en el mundo de las letras como el rey del escupitajo.


Otras lecturas, otros mandamientos: Leonardo Rosenberg, Sentencias y disidencias, México, edición de autor, 1986, 63 pp.
Nota bene: texto inédito que se publica por primera vez aquí.

miércoles, 15 de abril de 2015

CAPÍTULO MÉXICO



AAVV, ¡Basta! Cien mujeres contra la violencia de género. Edición mexicana, nota preliminar de Patricia Alfaro Moctezuma, prólogo de Elsa Muñiz, México, UAM-Xochimilco, 2014, 114 pp. (Gato Encerrado)

viernes, 3 de abril de 2015

ANTES DEL CEPILLO

SOLANGE RODRÍGUEZ PAPPE
(Ecuador)

Primera hoja de la bitácora
Las mujeres viajeras no escuchamos cantos de los hombres sirena.

De por qué no me cepillo el pelo
Cuando finalmente me cepillo el pelo, es usual que de entre las hebras salgan volando polillas jóvenes que se quedan sin casa; se cae también una idea floja —va a dar la pobre al piso y se desparrama—, y además alguna embarcación lejana se estrella contra las rocas mientras sus recios marineros se ahogan entre olas rizas y oscuras, densas como cabellos… y piden piedad, piedad al vendaval que los sacude sin recibir ningún tipo de clemencia.

Apunte para mujeres que viajan solas: No teman a los cantos de los hombres sirena.

miércoles, 1 de abril de 2015

ESCUÁLIDAS MENTIRAS

ARMANDO ALANÍS

La verdad sobre las sirenas
Las sirenas son bellas y huelen bien. ¡Mienten quienes aseguran que son monstruos y que apestan! Llaman con su canto a los marineros porque quieren jugar con ellos el eterno juego del amor. ¡Mienten quienes aseguran que quieren seducirlos para devorarlos! Las sirenas son criaturas celestiales; sus cuerpos representan el paraíso, y sus caricias y besos, la gloria. El único problema con las sirenas es que no existen y que los marineros no lo saben.


Nota bene: hurtado del muro de júbilos del compatriota Alanís.