lunes, 15 de diciembre de 2014

UNA DE SIRENAS

Ángela Mar Camacho Mayorquín


Hace tiempo que había dejado las olas, su cola había trasmutado en dos torneadas piernas, casi había olvidado su origen sirenístico de no ser que cada que veía a ese marino, añejado lobo del mar, su corazón se aceleraba, sus pupilas se dilataban y todo el mar se le salía entre las piernas.