viernes, 12 de diciembre de 2014

ÁCIDO SALUDABLE

Homero Quezada

A mi amigo Javier Perucho

Amaba la tersa sinuosidad de su trasero; sus caderas, generosas parábolas donde mis manos se aprestaban a asimilar enseñanzas edificantes, eran festín y consagración de mi deseo.
 Una vez, alelado, mientras la miraba alejarse, de pronto se volvió y me dijo:
 —¿Qué tal, eh? Puro omega 3.
 Supe así que era una sirena.