domingo, 25 de agosto de 2013

ADRIANA Y SU GABINETE DE LECTURAS


Ocaso de utopías, esplendor de brevedades

Adriana Azucena Rodríguez

Los mexicanos no sabemos lidiar con el presente. Tendemos a culpar a nuestro pasado de las dificultades actuales: la Malinche nos concibió mientras era violada sistemáticamente por el invasor. Mientras que el futuro siempre es promisorio, encarnado en el próximo sexenio, partido, régimen... hasta que nos estrellamos contra el presente. La literatura ha llevado un registro puntual de ese vaivén que hoy continúa con Ocaso de utopías, un libro de ensayos y crónicas que refieren la caída de proyectos utópicos según ciertas obras y fenómenos culturales. Como advierte el autor en el ensayo que da título al libro, los intentos de llevar a buen fin una utopía son frecuentes en México, como en cualquier parte del mundo. El siglo XXI inaugura el fin de esas proyecciones y “su final llegará con la desaparición de las eras del hombre”.
Así, su lectura de Santa tiene aspecto del ocaso de la utopía urbana, de sus bajos fondos, “una derrota sentimental”, la llama Perucho. La felicidad porfiriana no se encontraría en su orden social, el núcleo familiar o la vida pública, sino en sus casas de placer y en la destrucción de ese mundo eufórico y ficticio. El ocaso tiñe su interpretación del escritor marginal Pedro F. Miret, que no obtuvo un sitio en otra utopía: la del éxito literario, de promociones, conferencias, talleres y recitales.
Quizá la obsesión de Javier Perucho por las sirenas (ha compilado ya dos antologías de minificciones sobre el personaje) sea también parte de esta nostalgia por los mundos perdidos, nostalgia compartida por Felipe Garrido, uno de los principales representantes de la minificción mexicana, desde diferentes géneros y proyectos. El autor analiza y comenta los recursos compositivos, la tradición de la brevedad anfibia y el futuro inmediato de los estudios sobre esta figura que aún invita a seguirla, dando la espalda a los horrores de tierra firme.
Otro mito visitado es el norte, una utopía más que inicia con la búsqueda de la fuente de la juventud de Cabeza de Vaca y termina con el infierno de la migración, cuya literatura ha desembocado en dos cauces: el testimonio y la ficción. De Eduardo Antonio Parra, el autor destaca su múltiple vocación fronteriza: geográfica, oficiosa, temática (la violencia entrañable, los habitantes de la noche, la violencia doméstica, los arquetipos, los burdeles). Para lograr una serie de personajes que son, en opinión de Perucho, un cúmulo de personalidades fronterizas. En esta región se ubica otro autor del otro lado: José Antonio Villareal, autor de la novela estadunidense Pocho en español. El comentario es contundente: la literatura chicana es una vertiente de la estadunidense.
Cómo no iba a ser así si, como registra en su crónica-ensayo “El sufragio de Ulises”, México devuelve ingratitud a sus nuevos Odiseos negándoles un derecho elemental: el sufragio, cuya imposibilidad se mantiene entre los llamados ilegales.
Una vez más, el autor se ocupa del microrrelato, tema al que Perucho ha dedicado lo mejor de su prosa. Aquí revisa sus géneros cercanos: la adivinanza, el chiste, la fábula, el aforismo, la viñeta, la estampa y la anécdota. Con esto se desvanece la utopía de los géneros, la posibilidad de una ciudad literaria con límites inamovibles. Su recorrido por la historia del microrrelato hispanoamericano termina en el punto que obsesiona al autor: el norte, “horizonte de la joven literatura mexicana”. En cuanto al aforismo, el autor hace recuento de antologías y carencias, para proponer una nueva etapa de linderos y redefiniciones. El aforismo, a pesar de su sabiduría, carece del éxito que supone la crítica y la teorización y la historización; en cambio, florece entre las plumas más influyentes del siglo XX mexicano y en su tradición oral; expulsado del ámbito universitario, el aforismo se redime en voces recientes, desde blogs y otros medios electrónicos. Argumento, definición, empirismo: “es el género de la madurez literaria”. Lo demás es decálogo... para una política de la nanoliteratura, género de brevedades que también resulta utópico pues su esencia es difuminar fronteras.
Ocaso de utopías, en fin, se embarca en pasiones incitantes: la literatura mexicana de cierta marginalidad, las fronteras y las utopías que nos hablan de nuestro complejo sitio, el de los mexicanos, en los territorios del tiempo, la historia y la identidad.


Publicado en La Jornada Semanal, Ciudad de México, 25 de agosto de 2013, núm. 964, p. 11.